Tuesday, August 29, 2006

Un año después, el auténtico por qué de lo sucedido

Un año después del Katrina, entre toda la tinta derramada yo quisiera destacar un libro. Es “Huracán”, donde se recogen varios textos, pero del que quisiera llamar más la atención es el del belga Michel Collon.
Este autor busca reflexionar sobre quién mató en última instancia a los habitantes de Nueva Orleans, “¿la naturaleza?, ¿un dirigente negligente?, ¿o bien, de forma más profunda ciertas leyes económicas de nuestra sociedad?”.
Collon nos disecciona cómo lo sucedido con el Katrina forma parte del modelo económico vigente, era absolutamente imposible que los resultados de más de mil muertos, la ausencia de organizaciones de socorro y el abandono de los damnificados fueran distintos. En primer lugar, los ejércitos de los países ricos no pueden ayudar a su población porque deben dedicarse a agredir a los países pobres para poder saquear sus recursos. Segundo, que las leyes del mercado obligan a las empresas a competir por el máximo beneficio sin reparar en destrucción de la naturaleza. Igualmente, las bolsas de pobreza de personas que no dispondrán de recursos propios para huir en caso de desastre natural es consubstancial al modelo económico vigente en Estados Unidos. Debe haber pobres para que la oferta laboral sea alta, es decir, haya un ejército industrial de reserva gracias al cual la amenaza esté presente para los “privilegiados” que tienen un puesto de trabajo.
Por otro lado, el Estado en los países de economía capitalista no tiene como función atender las necesidades de la población, sino proteger las propiedades de los ricos, es decir, los bancos, las joyerías y los comercios de lujo. Por eso la policía de Nueva Orleáns se lanzó a detener a los saqueadores que no eran otra cosa que ciudadanos hambrientos. También el racismo que se vio en Nueva Orleáns en innato al modelo. Es necesario dividir a los pobres, y para ello nada mejor que convencer al blanco de que el negro le quiere atacar, y al blanco de que es un privilegiado con suerte en un país dominado por el individualismo. De ahí que los barrios estén segregados –e incomunicados- por el color de la piel.
La última función corresponde a los medios de comunicación. Ellos tenían como misión hacernos ver que los desdichados que quedaron sin evacuar eran unos inconscientes que no querían abandonar sus casas, que los que intentaban subsistir tomando la comida que se estaba pudriendo en los supermercados eran unos saqueadores sin escrúpulos, y que las calles estaban tomadas por francotiradores y bandas armadas de criminales y violadores que no merecían conmiseración alguna. Collon se pregunta: “¿Qué es más grave? El “saqueo” cometido por Merleen Meteen, una abuela de 73 años, diabética, diácono de su parroquia, sin antecedentes penales que pasó quince días en la cárcel por haber tomado de una tienda un paquete de salchichas valorado en 63 dólares? ¡O bien el super-saqueo de George W. Bush que desvió el dinero de los diques y de otros millones del presupuesto público para financiar una guerra ilegal que sólo sirve para enriquecer a sus amigos!”.
La conclusión no puede ser otra: “Puesto que el desastre es la consecuencia lógica de las leyes económicas que rigen nuestra sociedad, ¿podremos impedir otros Katrina sin oponernos a estas famosas leyes que matan? 1. El poder total de las multinaciones. 2. El saqueo de las riquezas de los pueblos. 3. La guerra como instrumento de este saqueo”.
El libro, editado por Hiru, se complementa con otros textos de analistas estadounidenses como Michael Parenti, James Petras y Noam Chomsky. Además, una extensa introducción del meteorólogo Jon Albisu y la intervención del presidente cubano Fidel Castro ante más de mil quinientos médicos ofrecidos y dispuestos para acudir inmediatamente a atender a las víctimas de Nueva Orleáns y que no fueron aceptados por el gobierno Bush, sirven para poder establecer comparaciones entre dos modelos sociales a la hora de enfrentar las catástrofes.
Huracán. Michel Collon y otros. Editorial Hiru. www.hiru-ed.com

El Noveno Distrito de Nueva Orleans es una «república independiente»

Gara
A falta de una respuesta eficaz por parte de las autoridades, los vecinos del Noveno Distrito de Nueva Orleáns, la zona más devastada por Katrina, han formado sus propias instituciones. Este barrio protagonizó las imágenes más impactantes que ofrecieron las televisiones de todo el mundo hace un año.
Coches encaramados en las copas de los árboles, toneladas de basura en las aceras, casas empotradas unas contra otras, animales muertos... Y, en medio de la podredumbre, los supervivientes. Eso fue hace un año.
Una de las frases favoritas del presidente Bush, al referirse al reciente conflicto de Líbano, es que Hizbula es «un Estado dentro del Estado de Líbano». Sin llegar a esos extremos, los habitantes del Noveno Distrito se han organizado en redes complejas que suplen el colapso institucional para hacer llegar alojamiento, comida y necesidades básicas. «Ha pasado ya un año del Katrina, pero aquí el Gobierno somos nosotros», indica Curtis Mohammed, uno de los líderes del Consejo de Supervi- vientes de Nueva Orleáns.
Esta organización, que tiene su sede en lo que algún día fue una comisaría de Policía, ha preparado una barbacoa de pollo y hamburguesas para congregar a los vecinos y colaboradores que trabajan por reconstruir el barrio. Kevin Flot, un carpintero de 44 años, deambula con la mirada perdida y la confianza de encontrar a alguien que le pueda ayudar a levantar su casa. Flot vive desde hace meses en su coche y cuenta a todo aquel que se le acerca cómo las aguas se llevaron a su sobrino de 22 años o cómo aguantó una semana en el tejado de su casa hasta que le rescataron. «Se ha dicho que disparamos a los helicópteros para tirarlos abajo, pero lo único que queríamos era llamar su atención y que nos sacasen de allí», recuerda.
Mientras, Carmele Hardwood, una mujer de 65 años que perdió su hogar y ahora vive sola en la ciudad de Yorke (Alabama), apunta su nombre en una lista para conseguir una caravana donde poder vivir. «Necesito volver a Nueva Orleáns, aquí se encuentra mi familia, y por mis problemas de salud tengo que venir a la ciudad cada mes, al médico», explica señalando el marcapasos que tiene instalado.
La ironía ha querido que justo al lado de la sede del Consejo se encuentre aparcado un tráiler de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA), organismo muy criticado por su manejo de los 10.000 millones de dólares destinados a realojar a los supervivientes. Quien viene en busca de ayuda, pasa de largo del camión, a lo más le lanza una mirada despectiva, y se dirige directamente al anciano Mohammed o alguno de los jóvenes cooperan- tes que se han desplazado de todas partes de EEUU para echar una mano. Es muy difícil calcular el descrédito que sufren las instituciones en estas calles.
La otra cara de la moneda se encuentra a unos diez minutos en coche. El estadio Superdome, otra imagen de la infamia y la devastación, ha recuperado prácticamente su aspecto, después de que más de 25.000 personas se refugiasen en él durante semanas enteras. El gerente de la empresa que gestiona el estadio, Glenn Menard, estuvo varios días encerrado en el Superdome, tratando de coordinar el caos en medio de unas temperaturas infernales.
Muchos en el Noveno Distrito no entienden por qué el estadio donde juega el equipo de fútbol americano de los New Orleans Saints ha recobrado tan pronto su normalidad con las ayudas públicas, mientras que miles de personas ni siquiera han podido regresar a sus hogares.

Nuestras armas no son iraníes, tenemos cohetes norteamericanos, las armas se venden y se compran en el mercado internacional

Eduardo Febbro
Página 12
Rodeado de una nube de polvo que las topadoras levantan cuando arrastran los escombros de los edificios derrumbados de la calle Ragheb Harb, en Haret Hrik, el suburbio chiíta de Beirut, el diputado Hassan Hajj Hussein responde al teléfono celular, posa para una foto, habla con la gente y se mueve sin parar. Este hombre político libanés, nacido en Baalbek, es uno de los más conocidos diputados electos bajo las banderas del Hezbolá. Tiene, además, un estilo contundente, sin rodeos ni frases acomodadas. Sus declaraciones son como puños directos a la cara del adversario.
En esta entrevista con Página/12 Hassan Hajj Hussein responde a los principales interrogantes que la comunidad internacional se hace a propósito del movimiento chiíta libanés: lo que él llama las agresiones israelíes, la pasividad del mundo durante la guerra, los reclamos del Hezbolá, su hipotético desarme, la reconstrucción del Líbano y el atentado de 1992 contra la embajada israelí de Buenos Aires.
–Los analistas occidentales temen que el Hezbolá transfiera la guerra con Israel fuera de las fronteras del Líbano. Ese temor se basa en gran medida en el atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires, en 1992, reivindicado por una rama del Hezbolá.
–El Hezbolá nunca cometió ni reivindicó ningún atentado fuera del país, incluido el de Buenos Aires. El primer atentado contra la embajada, el segundo, el tercero, el cuarto o el quinto, todos los atentados que usted quiera, el Hezbolá nada tuvo que ver con eso. Nosotros no tenemos ninguna responsabilidad con cualquier atentado que se cometa fuera del territorio libanés ocupado. Nunca lo reivindicamos. Nuestro único objetivo consiste en liberar nuestro territorio ocupado, liberar a nuestros prisioneros y proteger nuestra soberanía. Nunca apoyamos o estuvimos implicados en operaciones de ese tipo, jamás hemos apoyado ideológicamente o materialmente ese tipo de operaciones.
–¿El Hezbolá estaría de acuerdo con participar en un diálogo de paz a pesar de lo ocurrido?
–El Líbano quedó destruido. Los daños alcanzaron a todas las comunidades, chiítas o sunitas. Las rutas, las fábricas, los puentes, el aeropuerto, los puertos, los cuarteles del ejército, esto no ha sido una guerra contra una comunidad sino una guerra contra el Líbano y su estabilidad. Toda la historia de Israel es una historia de terrorismo y de agresiones. Pero Occidente no quiere aceptar esa realidad. Israel es un país que fue creado en lugar de otro. Ese es el origen de todos los males de esta región. El éxodo del ‘48, la matanza de los palestinos, las matanzas cometidas por Beguin, luego la guerra del ’56, la del ’67, la ocupación de los territorios y de Jerusalén, las ocupaciones del Líbano, las matanzas de Chabra y Chatila, cometidas por Ariel Sharon, luego Primer Ministro. En fin, a pesar de los procesos de paz nunca hubo resultados. Seguimos amenazados por Israel pero nosotros queremos construir nuestro país, queremos la paz y la prosperidad. Pero yo le pregunto: ¿dónde está el proceso de paz? ¿Y la conferencia de Madrid? ¿Y las mentiras de George Bush? No hay paz.
–Uno de los principales reproches que se le hace al Hezbolá es estar teledirigido por Irán.
–Vamos, lo desafío a que me aporte la más mínima prueba de que somos un instrumento de Irán. No hay iraníes que combatan en nuestras filas, no hay iraníes muertos en combate. Yo soy un diputado libanés y no un instrumento de Irán.
–¿Y las armas?
–Pues nuestras armas no son iraníes. Nuestras armas son norteamericanas y nos las vendió George Bush.
–Pero los cohetes que el Hezbolá dispara contra Israel son iraníes.
–Sí, pero también tenemos cohetes norteamericanos. Las armas se venden y se compran en el mercado internacional. Si usted necesita armas le vendo las que quiera. Se nos acusa a nosotros de tener armas, pero Israel también las tiene. ¿Quién destruyó entonces todos estos edificios que usted ve? ¿Sabe quién? Los misiles norteamericanos, por avión y por barco. Los civiles sucumbieron a la lluvia de bombas.
–La crisis de la región se incrementó aún más con la oposición de Siria a que se desplieguen soldados de la ONU en el sector este de la frontera sirio-libanesa y la amenaza de cerrar esa frontera con el Líbano. Para el Hezbolá, que tiene en Siria un gran aliado, ésa es una pésima perspectiva.
–Antes de que se empiece a discutir cualquier opción, la comunidad internacional debe levantar el embargo que pesa sobre el Líbano. Esa es la prioridad y no someterse a las condiciones israelíes.
–Precisamente, una de las exigencias más reiteradas por parte de Israel y el resto de la comunidad internacional es el desarme del Hezbolá.
–Esa es una cuestión de política interna libanesa. Pero antes de resolver esta cuestión del desarme del Hezbolá hay que solucionar las causas de esa cuestión. Las granjas de Shebaa, la soberanía libanesa, les agresiones al Líbano, las amenazas israelíes. No es muy normal que se quieran tratar los resultados antes de que se traten las causas. No es posible que haya un acuerdo de paz con Israel. Israel debe abandonar las granjas de Shebaa que ocupó, liberar a nuestros prisioneros, debe dejar de agredirnos. También está ese tema esencial que consiste en reconocer el retorno de los palestinos a sus tierras.
–Estamos en el barrio de Haret Hrik, uno de los más devastados por las bombas. Visiblemente, el Hezbolá ha asumido la ayuda a damnificados. ¿Cómo se va a organizar esa ayuda en las próximas semanas?
–Realizamos una suerte de censo para saber cuántos departamentos y edificios están destruidos. Lamentablemente, vamos a tener que vivir en estas condiciones que usted ve durante un buen tiempo. En los suburbios del sur de Beirut hay 500 edificios destruidos, edificios de un promedio de ocho y diez pisos. También hemos tomado rápidas medidas para ayudar a la población a que tenga un domicilio durante un año hasta que hayamos reconstruido los edificios y las casas. Esa es nuestra responsabilidad. Nuestras ayudas son rápidas, sin trámites burocráticos y al contado. Según la situación de cada persona, nosotros pagamos 10 mil dólares para que la gente tenga un techo y pueda comprar algunos muebles.
–Se trata de sumas considerables: 10, 12 mil dólares por familia es importante. ¿De dónde proviene ese dinero?
–No, no es suficiente para ayudar a nuestras familias. Por eso es preciso que los franceses, los argentinos, los belgas, etc. etc. nos envíen dinero para financiar la reconstrucción. Somos nosotros quienes fuimos agredidos y el resto de los países, si bien hubo algunos que hicieron algún que otro esfuerzo diplomático al final, no detuvieron la agresión ni las destrucciones. Entonces, lo menos que pueden hacer ahora es ayudar con dinero para financiar la reconstrucción. Pero yo no digo que nos den el dinero a nosotros, no, que se lo den al gobierno libanés. Nosotros somos musulmanes y pagamos la zacat, que es una contribución que todo el mundo desembolsa voluntariamente. Los fondos provienen de ahí.
–La fuerza internacional de la ONU empieza a desplegarse en el Líbano, con un cambio fundamental. Francia, que había anunciado al principio el envío de 200 hombres, incrementó la cifra a casi dos mil. Ello hace que la contribución militar de la Unión Europea se eleve a 7000 soldados.
–Nosotros no tenemos ninguna restricción, pero creo que el problema que tiene Francia es que, desde hace mucho, carece de una política independiente. Francia sucumbe a la presión norteamericana. En el mundo no hay más países independientes. La mayoría de los países sucumben. La Argentina es un poco así. Esos países que sucumben hacen lo que Estados Unidos quiere y eso llevó a la destrucción de Medio Oriente.

Repudio de la UTPBA y la FELAP Soldados israelíes detienen y agraden a una periodista argentina

La Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) y la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) repudiaron enérgicamente la brutal agresión de miembros del ejército del Estado de Israel contra la periodista Tamara Lalli, en la frontera con Jordania. Lalli es la enviada especial a Líbano y Palestina de la radio local AM530 de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, sostiene el comunicado conjunto firmado por Héctor Sosa, secretario de Prensa-UTPBA, Ana Villarreal, secretaria de Derechos Humanos y Juan Carlos Camaño, presidente de la FELAP.
28 de agosto de 2006DesdeBuenos Aires (Argentina)

La corresponsal fue detenida en la madrugada de ayer y, de acuerdo a la información difundida por Madres de Plaza de Mayo, “fue increpada por miembros del MOSAD a punta de ametralladora e interrogada sobre su actividad periodística en la radio de las Madres. En un momento del interrogatorio –señala el comunicado-, Lalli fue desnudada por completo y un militar la amenazó obscenamente con una pistola”
De acuerdo a la fuente citada, “lo que más preocupaba a los servicios sionistas era saber por qué la radio de las Madres estaba cubriendo el conflicto de manera ‘parcial’ y le manifestaron expresamente que toda la información sobre ella la tenían, gracias a la embajada israelí en Argentina”.
La trabajadora de prensa fue luego deportada a Jordania y le prohibieron expresamente el ingreso a Palestina.

Saturday, August 19, 2006

La tercera parte de los estadounidenses considera que la administración Bush está implicada en los atentados del 11 de septiembre

Un nuevo sondeo Scripps Howard/Ohio University describe la comprensión de los atentados del 11 de septiembre de 2001 por parte de la opinión pública de los Estados Unidos. El 12% de los estadounidenses declara que el Pentágono no fue alcanzado por avión comercial, sino por un misil. El 16% de los estadounidenses declara que el derrumbe de las Torres Gemelas no fue provocado por los aviones que las embistieron, sino por explosivos. El 36% de los estadounidenses declara que la administración Bush está implicada activa o pasivamente en la perpetración de los atentados.
La encuesta de Zogby USA, realizada entre el 12 y el 16 de mayo de 2006 [1], indicaba que: El 42% de los estadounidenses no está convencido de la validez de los trabajos de la comisión presidencial Kean. El 44% de los estadounidenses piensa que George W. Bush manipuló los atentados para iniciar la guerra. El 45% de los estadounidenses desea que vuelva a abrirse la investigación judicial.
Estos resultados merecen algunos comentarios: En el actual ambiente nacionalista es difícil dudar públicamente sobre el 11 de septiembre. Cuando se pregunta a los entrevistados la opinión de sus allegados, lo que permite atribuir a otros las propias dudas, las cifras aumentan alrededor de 20%. La prensa dominante despliega toda su imaginación para explicar estos resultados y desacreditarlos. En primer lugar, es de buen gusto explicar que las tesis conspiracionistas se alimentan de la incapacidad de la gente para aceptar la horrible realidad (como si atribuir los atentados al gobierno fuera menos horrible) y del sentimiento de su impotencia (pues sí, si no quieren ser impotentes pues no duden). Alternativamente, la prensa dominante explica estos resultados por la pérdida de confianza en la administración Bush después de la guerra de Irak, incluso por la ira que suscita al continuar esta guerra (en resumen, no es porque Bush actúe de forma detestable que se le debe acusar además por el 11 de septiembre). Sin embargo, los resultados de los diversos sondeos así como los argumentos aquí mencionados muestran que las opiniones de los entrevistados corresponden a su estatus social. Los que aspiran a formar parte de la élite creen en el complot islámico mundial y en la misión de los Estados Unidos de acabar con él. Quienes no esperan nada del gobierno federal creen en el complot interno y en la necesidad de cambiar de régimen.

Thursday, August 03, 2006

Fidel y el dolor

Miguel Bonasso
Página 12
Antenoche recibí un llamado de La Habana que me dejó sin aliento. Un compañero argentino me avisaba: “Parece que Fidel está mal”, y de inmediato la conversación se cortó, generando un insoportable suspenso. A los pocos minutos la CNN informaba que Fidel Castro había sido operado y que por primera vez en 47 años transfería transitoriamente sus responsabilidades de Estado a su hermano Raúl.
De inmediato comencé a llamar a todos los amigos de La Habana sin resultado. Las líneas estaban saturadas. Recién a las doce de la noche logré establecer contacto telefónico con uno de los colaboradores más cercanos del Comandante.
“Las cosas son así –me dijo– como se ha informado. Tú conoces nuestra ética y la del Jefe: jamás le mentiríamos ni le ocultaríamos nada al pueblo.”
Es cierto. Recordé a Fidel, sentado en una silla, aguantando el dolor de su terrible caída al finalizar un acto, cuando anticipó el diagnóstico de los traumatólogos y le explicó al pueblo cubano (y al mundo) que se había fracturado la rodilla y el hombro derecho.
Antenoche, en el comunicado que leyó su secretario Carlitos Valenciaga, resplandecía la misma seriedad, la misma responsabilidad política, la misma precisión al hablar de radiografías, endoscopías y hasta filmaciones del inquietante sangrado que lo llevaba al quirófano. Era el estilo inconfundible del hidalgo que ha cedido transitoriamente la jefatura del Estado cubano.
El colaborador de Fidel agregó que la operación había sido exitosa y que comenzaba un proceso de recuperación. Sus palabras y el tono de su voz me tranquilizaron. El episodio era serio, grave, pero el amigo confiaba, como yo, en la fortaleza del paciente, en ese dominio extraordinario que ejerce sobre la realidad su cerebro privilegiado.
Pensé: “Fidel se va a morir cuando él lo decida y todavía no lo ha decidido”.
Recordé una conversación que habíamos tenido en el Palacio de Convenciones, hace siete u ocho meses. Parecía abstraído, lejano, pero súbitamente me miró como si regresara del futuro y confesó:
“Lo que necesito es tiempo”.
Tiempo para completar lo que él llama “la revolución energética” y le va a significar a la isla un ahorro anual de dos mil millones de dólares; tiempo para que “Cuba sea económicamente invulnerable, como ya lo es militarmente”; tiempo para reconstruir el movimiento de Países No Alineados; tiempo para operar de cataratas y pterigium a seis millones de latinoamericanos en los próximos seis años; tiempo para que los educadores cubanos del programa “Yo sí puedo” ayuden a desterrar el analfabetismo de toda América latina; tiempo para que prospere la integración latinoamericana y el ALBA.
Tiempo, en suma, para consumar una gigantesca empresa humanística que parece descomunal, imposible, para una pequeña isla sitiada de once millones de habitantes y ciento diez mil kilómetros cuadrados, que sobrevive a fuerza de dignidad, a noventa millas náuticas del monstruo. Que nadie espere encontrar aquí una “nota objetiva”: tengo el extraordinario privilegio de contarme entre los amigos personales del Comandante Fidel Castro. Es un honor que me concedió hace poco más de tres años. Antes lo miraba como todos los de mi generación desde una respetuosa distancia. Lo veía instalado en la cima de la historia mundial, pero ignoraba sus rasgos de humor, sus provocaciones y travesuras, su fidelidad de fidel hacia los amigos, su desbordada curiosidad por todo lo humano, su imaginación de navegante y sus hábitos inveterados de conspirador. Su real ternura por los desvalidos.
Una madrugada charlábamos en la sala de reuniones del Palacio de la Revolución y empezó a pronosticar lo que ocurriría a causa del gran terremoto que acababa de producirse en Pakistán. “Pronto vendrán los grandes fríos –me dijo– y los habitantes de los pueblos destruidos comenzarán a vagar sin destino en la ladera de las montañas. Habrá fracturas expuestas, gangrenas, y dolor, un indecible dolor humano. Tenemos que hacer algo.”
Pocos días después, médicos y paramédicos cubanos comenzaban a viajar a Pakistán hasta completar una generosa brigada de 2500. Que en cuatro meses atenderían a 700 mil pacientes. Que permanecerían con temperaturas bajo cero cuando los Médicos Sin Fronteras y los médicos de todas las ONG de este extraño mundo hubieran liado ya sus petates.
En febrero, diez días antes de que mi compañera Ana de Skalon muriera de cáncer en La Habana, él la visitó, como lo hacía con frecuencia.
Se iba ya, cuando se dio vuelta en la sala y le dijo inesperadamente:
–Yo sé que tú luchas, Anita, y me parece muy bien que lo hagas, porque tú y yo pertenecemos a la misma clase de seres humanos.
Ana, desde su agonía, le devolvió una sonrisa.
El día de sus funerales, cuando la condecoró post mortem como “amiga de Cuba”, me llevó a comer con él. No habló de Ana durante el almuerzo, pero mientras me acompañaba a los ascensores, me dijo con una voz inaudible.
–Imagínate lo que sufres tú, lo que sufrió Anita y multiplícalo a nivel universal por los millones que sufren.
Entendí, entonces, lo que le había dicho alguna vez a su amigo Hugo Chávez, que él no creía en la trascendencia del alma, pero aceptaba que el presidente venezolano lo incluyera entre los cristianos.
Hace pocos días estuve con él aquí, en Córdoba, en la Cumbre del Mercosur. Lo acompañé en el acto, en la visita a la casa familiar del Che en Alta Gracia y en un almuerzo tardío el mismo día de su partida.
Hablamos de todo un poco, junto con otros amigos cubanos y argentinos. Hasta de vinos. De tintos que él saboreó con nosotros.
No soy clínico, pero lo vi bien. Animado, optimista. Contento porque a sólo 24 horas de finalizada la Cumbre ya le había comprado a nuestro país cereales y alimentos por 100 millones de dólares. En el palier del hotel saludó a todos los miembros de la embajada cubana y a los policías federales y de Córdoba que lo habían custodiado y querían retratarse con él.
Luego se fue, envuelto como siempre en multitudes. Así lo quiero ver, muy pronto, arropado en el cariño y la admiración que se merece.